En su autobiografía, publicada un año después de su muerte, Ellwood recordó sus experiencias en Newgate, donde se mezcló con la escoria de Londres: carteristas, matones y delincuentes de poca monta. Recordó que a las prostitutas se les permitía ingresar a la prisión con regularidad:
“A veces he estado en el pasillo por la noche y he visto a las putas dejar entrar ... Putas desagradables en verdad eran ... Y al pasar junto a ellas, oí a los pícaros y a ellas [las mujeres] haciendo sus tratos, cuáles y cuáles de ellos deberían estar juntos esa noche ".
Ellwood también recordó su disgusto al descubrir los cuerpos descuartizados de tres hombres ejecutados escondidos en un armario cerca de su celda. También fue testigo de cómo el verdugo trataba sus cabezas para poder exhibirlas en una estaca en algún lugar de Londres:
“Vi las cabezas cuando las subieron para hervirlas. El verdugo los trajo en una canasta de polvo sucia ... él [y otros presos] se burlaron de ellos. Los tomaron de los pelos, burlándose, mofándose y riéndose de ellos, poniéndoles algunos nombres malos [y] les pegaron en las orejas y en las mejillas. Cuando terminaron, el verdugo los puso en su hervidor y los sancochó con sal de laurel y semillas de comino, [el primero] para evitar que se pudrieran, [el segundo] para evitar que las aves se agarraran ".
Fuente: La historia de la vida de Thomas Ellwood, por el mismo, pub. 1715. El contenido de esta página es © Alpha History 2019-23. El contenido no puede volver a publicarse sin nuestro permiso expreso. Para obtener más información, consulte nuestra Condiciones de Uso or contactar a Alpha History.