Alberto I de Bélgica insta a su pueblo a resistir (1914)

El 4 de agosto, el rey belga Alberto I se dirigió al parlamento de su nación, mientras las fuerzas alemanas iniciaban el Plan Schlieffen y cruzaban las fronteras de Bélgica:


Nunca desde 1839 ha llegado una hora más solemne para Bélgica: la integridad de nuestro territorio está amenazada. La fuerza misma de nuestra causa justa, la simpatía que Bélgica, orgullosa de sus instituciones libres y sus victorias morales, siempre ha recibido de otras naciones, y la necesidad de nuestra existencia autónoma con respecto al equilibrio de Europa, nos hace aún tener la esperanza de que la temida emergencia no se realizará.

Pero si nuestras esperanzas son traicionadas, si nos vemos obligados a resistir la invasión de nuestro suelo y a defender nuestros hogares amenazados, este deber, por duro que sea, nos encontrará armados y resueltos a los mayores sacrificios. Incluso ahora, preparada para cualquier eventualidad, nuestra valiente juventud está en pie de guerra, firmemente resuelta, con la tradicional tenacidad y compostura de los belgas, a defender nuestro país amenazado.

En nombre de la nación, le doy un saludo fraternal. En todas partes, en Flandes y Valonia, en las ciudades y en el campo, un solo sentimiento une a todos los corazones: la sensación de patriotismo.

Una sola visión llena todas las mentes: la de nuestra independencia en peligro. Un solo deber se impone sobre nuestras voluntades: el deber de la resistencia obstinada.

En estas solemnes circunstancias, dos virtudes son indispensables: un coraje tranquilo pero inquebrantable y la estrecha unión de todos los belgas. Ambas virtudes ya se han afirmado, de manera brillante, ante los ojos de una nación llena de entusiasmo.

La irreprochable movilización de nuestro ejército, la multitud de alistamientos voluntarios, la devoción de la población civil, la abnegación de las familias de nuestros soldados, han revelado de manera incuestionable el valor tranquilizador que inspira al pueblo belga. Es el momento de actuar.

Los he convocado, señores, para que las Cámaras Legislativas se asocien al impulso del pueblo en un mismo sentimiento de sacrificio. Entenderán, señores, cómo tomar todas aquellas medidas inmediatas que la situación requiere, tanto en lo que respecta a la guerra como al orden público. Nadie en este país fallará en su deber.

Si el extranjero, desafiando esa neutralidad cuyas demandas siempre hemos observado escrupulosamente, viola nuestro territorio, encontrará a todos los belgas reunidos sobre su soberano, que nunca traicionará su juramento constitucional, y su Gobierno, investido con la absoluta confianza de toda la nación

Tengo fe en nuestros destinos. un país que se defiende vence el respeto de todos; ¡Tal país no perece!