¿Qué es una revolución?

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La guerra y la violencia son características de la mayoría de las revoluciones.

¿Qué es una revolución? Las revoluciones son los grandes momentos decisivos de la historia. Una revolución es un evento tumultuoso y transformador que intenta cambiar una nación, una región o una sociedad y, en algunos casos, incluso el mundo.

Características comunes

Las revoluciones varían en sus motivos y objetivos. Algunos, como la Revolución Americana, buscan derrocar y reemplazar el orden político. Otros, como las revoluciones rusa y china, también buscan un cambio social y económico radical.

Sin embargo, las revoluciones comparten características comunes. Una es que se mueven rápidamente. En poco tiempo, a menudo en unos pocos años, una revolución puede provocar cambios y trastornos importantes.

La mayoría de las revoluciones son impulsadas por personas y grupos inspirados por la esperanza, el idealismo y los sueños de una sociedad mejor. Estos revolucionarios intentan cambiar o derrocar el antiguo orden mientras el viejo orden se esfuerza por mantener su poder. Los resultados son confrontación, conflicto, disrupción y división, que pueden conducir a guerras, violencia y sufrimiento humano.

Finalmente, los revolucionarios emergen triunfantes y se dedican a tratar de crear una sociedad mejor. En la mayoría de los casos, esto resulta mucho más difícil de lo que habían anticipado.

Todas las revoluciones son únicas para sus tiempos, lugares y condiciones. No siguen un solo plan o modelo. A pesar de esto, varias revoluciones han seguido un curso similar: se han desarrollado y desarrollado en etapas o fases. Algunas de estas fases se analizan a continuación.

Causas a largo plazo

Las revoluciones no ocurren de repente o 'de la nada'. Se desarrollan después de una larga acumulación de agravios e insatisfacción. Estas quejas pueden ser políticas, económicas o sociales, o una combinación de las tres.

Estas quejas por sí solas pueden no ser suficientes para provocar una rebelión o revolución; sin embargo, pueden socavar o erosionar la fe en la clase dominante, el orden político o el sistema económico imperante. La gente común se siente insatisfecha y frustrada con su suerte. El sentimiento revolucionario comienza a circular y crecer.

Estas ideas inquietantes pueden hervir a fuego lento durante años o incluso décadas antes de que se tome cualquier medida. Proporcionan un terreno intelectual fértil en el que pueden germinar las semillas de la revolución.

Causas a corto plazo

Thomas Jefferson, una fuente de ideas revolucionarias en América

Toda revolución es provocada por al menos un evento o crisis a corto plazo. Estos eventos crean, empeoran o resaltan agravios, condiciones o sufrimiento existentes. Esto genera demandas más urgentes de acción o reforma.

Algunos eventos o crisis que pueden desencadenar una revolución incluyen guerras desastrosas o derrotas militares, la aprobación de leyes impopulares, la resistencia del gobierno a las reformas, un rápido deterioro de las condiciones económicas o del nivel de vida o un acto de violencia contra la gente.

El sentimiento revolucionario se intensifica cuando la gente cree que el antiguo régimen no quiere o no puede reformar y mejorar. Si los revolucionarios se dan cuenta de que el cambio y la reforma no vendrán "desde arriba", estarán más decididos a lograr el cambio "desde abajo".

Ideología

Las ideas juegan un papel fundamental en todas las revoluciones. Quienes buscan el cambio están motivados por nuevas ideas sobre política, economía o sociedad.

Las ideas revolucionarias son desarrolladas, adaptadas y articuladas por importantes escritores y pensadores, como Jefferson y Paine en América, la philosophes en Francia y Marx en Rusia. Estas ideas promueven la revolución, explican sus objetivos y justifican sus acciones.

En las revoluciones estadounidense y francesa, por ejemplo, las viejas ideas sobre la monarquía y el "derecho divino de los reyes" fueron desafiadas por las ideas de la Ilustración sobre el autogobierno y el republicanismo. Las revoluciones en Rusia y China se sustentaron primero en el republicanismo liberal y luego en el socialismo marxista.

Las revoluciones a menudo implican una lucha de ideas entre el viejo orden y los revolucionarios, o incluso entre diferentes facciones revolucionarias.

Puntos de inflamación

En la línea de tiempo de cada revolución, hay momentos críticos en los que los revolucionarios entran en enfrentamiento directo con las fuerzas del antiguo régimen.

Este puede ser un enfrentamiento entre las tropas del gobierno y los civiles que protestan, como en Boston (Estados Unidos, marzo de 1770) o el 'Domingo Sangriento' (Rusia, enero de 1905). Alternativamente, puede ser una confrontación de palabras o ideas, como la firma de la Declaración de Independencia (América, julio de 1776) o la aprobación del Juramento de la Cancha de Tenis (Francia, junio de 1789).

Cualquiera que sea la forma que adopten, estos focos de tensión traen a la cabeza ideas y movimientos revolucionarios. Desafían directamente el poder y la autoridad del antiguo régimen y provocan una aceleración en el ritmo de la revolución.

Lucha armada

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La guerra y la violencia son características de la mayoría de las revoluciones.

Las revoluciones, por su naturaleza, son luchas violentas entre el antiguo régimen y quienes esperan acabar con él. Muchos revolucionarios se preparan para la lucha armada formando milicias o ejércitos, ya sea para protegerse o para derrocar el antiguo orden. Mientras tanto, el antiguo régimen se moviliza para defender su control del poder.

Finalmente, las dos fuerzas chocarán, como en Lexington Concord (América, abril de 1775), la Bastilla (Francia, julio de 1789) y el Palacio de Invierno (Rusia, octubre de 1917). Esto puede conducir a una guerra.

Si se desarrolla la guerra revolucionaria, la sociedad se polariza y los individuos y las regiones se ven obligados a tomar partido. Los resultados de la guerra revolucionaria pueden ser el despojo, la muerte y la destrucción.

Agarrar el poder

Habiendo exigido abiertamente el cambio y señalado su intención de luchar, los revolucionarios buscarán desplazar o derrocar al viejo orden.

La facilidad con que esto se logre depende del nivel de apoyo popular y respaldo militar de que goce el antiguo régimen. A veces, el antiguo régimen es tan débil que una transición de poder político se realiza con rapidez y con la mínima violencia, como en China (octubre de 1911) y Rusia (febrero-marzo de 1917).

A veces, el antiguo régimen puede perder su poder político de forma gradual o incremental, como ocurrió en Francia en 1788-1789. Puede haber un período de lucha militar o intento de contrarrevolución, mientras las fuerzas conservadoras se resisten al cambio político e intentan restaurar el poder del antiguo régimen.

Consolidación y confrontación

Una vez que haya reclamado el control, el nuevo régimen buscará consolidar su control sobre el poder. Debe derrotar las amenazas militares restantes o lidiar con los contrarrevolucionarios persistentes. También debe enfrentar el desafío de reconstruir la nueva sociedad.

Habiendo desechado el viejo sistema político, los revolucionarios deben idear e implementar uno nuevo. Lo más importante es que el nuevo régimen debe ganarse el apoyo del pueblo, no solo de los que apoyaron la revolución, sino de la población en general. 

El nuevo régimen debe encontrar soluciones para los mismos problemas y agravios sociales o económicos que provocaron la revolución, como la deuda, la inflación, la escasez de alimentos o el mal uso del poder. Deben justificar sus acciones cumpliendo sus promesas y los ideales de la revolución.

División y faccionalismo

A medida que el nuevo régimen intenta reconstruir la sociedad, puede dividirse sobre objetivos y métodos.

Las revoluciones tienden a ser mejores en la destrucción que en la construcción. Son más efectivos para desmantelar el antiguo orden que para decidir qué lo reemplazará. Los planes para una nueva sociedad a menudo se forman "sobre la marcha", en el fuego de la revolución.

A medida que aparecen estos planes, pueden surgir divisiones ideológicas. Los revolucionarios pueden estar en desacuerdo y formar facciones internas o grupos separados. Puede haber alguna disputa, incluso conflicto, sobre el futuro de la nueva sociedad. También pueden aparecer nuevos líderes con diferentes ideas o métodos.

Radicalización

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El arresto de Robespierre, un ejemplo de radicalismo desplazado.

Después de la revolución, la nueva sociedad puede entrar en un período de liderazgo político radical. Los líderes radicales pueden afirmar que la revolución no está logrando sus objetivos; o que no se satisfacen las necesidades de la gente; o que la revolución corre peligro de guerra civil, contrarrevolucionarios o amenazas extranjeras.

Los radicales pueden tratar de abordar estos problemas con medidas extremas, como la guerra, el terror, la incautación de cereales o el control de precios. Al hacerlo, puede encontrar oposición de opositores políticos, moderados o gente común.

Esta fase radical también puede marcar un pico en la violencia sancionada por el estado, como durante el Reinado del Terror (Francia, 1793-94) y el Terror Rojo (Rusia, 1918).

Moderación

Una fase radical llegará a su fin cuando el nuevo régimen se vuelva más moderado. El nuevo gobierno puede relajar su posición o, alternativamente, los radicales pueden ser desplazados por los moderados.

Las políticas y métodos radicales se abandonan y posiblemente se desacreditan. Los radicales pueden aislarse o excluirse; incluso puede haber un período de represalias violentas contra ellos (a menudo denominado "Terror blanco").

La nueva sociedad retrocede con sus políticas radicales y busca restaurar el orden, el control, la estabilidad y la prosperidad. En la mayoría de los casos, lo hace volviendo a algunas de las estructuras, convenciones y políticas de épocas anteriores, incluso antes de la revolución.

Interpretaciones historicas

Los historiadores a lo largo del tiempo han ofrecido muchas interpretaciones diferentes de las revoluciones, sus causas y su significado.

El historiador estadounidense Crane Brinton (1898-1968), que se especializó en la Revolución Francesa, comparó las revoluciones con una "fiebre". Esta analogía sugiere que las revoluciones son un evento negativo, como una enfermedad que necesita ser tratada o curada. Brinton describió a los revolucionarios radicales como "lunáticos" ya los moderados que frenan o detienen el cambio revolucionario como "sensatos".

Otros historiadores tienen opiniones más mesuradas sobre las revoluciones. Los ven como eventos inevitables impulsados ​​por el ser humano que son necesarios para que la sociedad se desarrolle, progrese y avance.

Información de citas
Posición: "¿Qué es una revolución?"
Autores: Michael McConnellSteve Thompson
Autor: Historia alfa
URL: https://alphahistory.com/vcehistory/what-is-a-revolution/
Fecha de publicación: 20 de junio de 2018
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