Hilaire Belloc sobre Louis XVI (1911)

Hilaire Belloc (1870-1953) fue un historiador y autor británico nacido en Francia, activo en la primera mitad del siglo XX. Belloc's La Revolución francés fue publicado en 1911. En este extracto analiza el carácter y la personalidad de Luis XVI:

“Como era de esperar, el personaje del rey Luis XVI ha sufrido más distorsiones a manos de los historiadores que cualquier otra de las figuras revolucionarias… Así que los historiadores tienden a confundir la personalidad y el carácter de Luis XVI con los de su oficina; ellos, por el contrario, exageran sus defectos desagradables o, por simpatía, exageran su oposición real a la reforma ...

Era muy lento de pensamiento y muy lento de decisión. Sus movimientos físicos eran lentos. El movimiento de sus ojos fue notablemente lento. Tenía una forma de quedarse dormido bajo el esfuerzo de la fatiga en los momentos más incongruentes. Las cosas que le divertían eran de las más grandes y superficiales. Juego de caballos, de vez en cuando un poco tocado por la excentricidad, y bromas muy sencillas pero inesperadas. Uno puede expresarlo desde un aspecto diciendo que era uno de esos hombres a quienes, por casualidad, nunca se podría haber esperado convencer de nada. Las pocas cosas que aceptó, las aceptó simplemente ...

Louis poseía una serie de convicciones íntimas sobre las cuales no debía ser sacudido. Estaba profundamente convencido de la existencia y el valor de una cierta tradición corporativa en el organismo que gobernaba: la nación francesa. El era nacional. En esto difería de muchos pedantes, muchos cortesanos, muchos eclesiásticos y muchas mujeres acerca de él, especialmente su esposa.

De nuevo, poseía todos los elementos de la fe católica. De hecho, era algo singular que un hombre de su posición en un momento así se aferrara íntimamente a la religión, pero Louis la mantuvo. Confesó, comunicó, asistió a misa, realizó sus devociones ordinarias, no por vía de la tradición o el deber político, o la función del Estado, a lo que el desempeño religioso se redujo ahora en la gran mayoría de sus contemporáneos ricos, sino como individuo para quien estas cosas tenían un valor personal. Si él ... se hubiera despertado en su cama una mañana y se hubiera encontrado a sí mismo como un hacendado, y hubiera descubierto que toda su realeza pasada había sido un sueño de la noche, habría continuado la práctica de su religión como antes ...

Luis XVI estaba poseído, entonces, de religión: aparecía en muchos de sus actos, en su vacilación para nombrar no pocos de los muchos obispos ateos de la época, en su verdadera agonía de responsabilidad sobre la Constitución Civil del clero, y en nada más que la peculiar sobriedad y el ritual sólido por el cual se preparó para una muerte trágica, repentina e ignominiosa.

A continuación se observa que, aunque todavía era un hombre de mediana edad, y aunque carecía de ardor en cualquier forma, desde el principio había madurado una gran base de coraje. Es bueno admitir que esta cualidad en él estaba relacionada con esos procesos lentos de pensamiento y acción que lo obstaculizaron, pero no se debe explicar por ellos. Ningún hombre se ha vuelto valiente por mera estupidez.

No fueron sólo los accidentes de la Revolución los que probaron esta cualidad en él: sus hábitos físicos lo demostraron mucho antes. Era un jinete del caballo decidido y capaz: una aptitud en ese ejercicio es imposible para el cobarde. Una vez más, en los subproductos del coraje que son evidentes, incluso donde no amenaza ningún peligro físico, se destacó; no dudaba en enfrentarse a varios hombres y tenía aptitudes en un oficio mecánico, un negocio que no estaba en absoluto ajeno a la virilidad ...

Por lo demás, el carácter de Luis delataba ciertas ineptitudes (la palabra ineptitud es mucho más precisa en este sentido que la palabra debilidad), ineptitudes que resultaron particularmente fatales para el cargo militar que ocupaba y para la crisis beligerante que tuvo que afrontar. "