1770: Marido decepcionado por lo que se esconde bajo el maquillaje de su esposa.

En el período georgiano, muchos hombres adinerados se volvieron paranoicos acerca de que las mujeres usaran maquillaje para embellecer o incluso ocultar sus rasgos naturales. Hubo varias historias apócrifas de hombres que se casaron con bellezas esculturales y deslumbrantes, sólo para descubrir algo mucho menos atractivo en la noche de bodas.

Un relato proviene de un redactor de cartas para El Espectador en 1711:

“Ningún hombre estaba tan enamorado como yo de su frente, cuello y brazos rubios, así como del brillante [negro] azabache de su cabello… pero para mi gran asombro descubrí que todos eran el efecto del arte. Su piel está tan empañada con esta práctica que cuando se despierta por la mañana, apenas parece lo suficientemente joven para ser la madre de [la mujer] que llevé a la cama la noche anterior. Me tomaré la libertad de separarme de ella en la primera oportunidad, a menos que su padre haga que su porción [dote] sea adecuada para su apariencia real, no su asumida ".

Estas historias han dado lugar a uno de los mitos históricos perdurables de la época: la llamada Ley de Aros y Tacones. Según esta historia, en 1770 se presentó en la Cámara de los Comunes el siguiente proyecto de ley para impedir que las mujeres utilizaran disfraces y cosméticos para atraer y atrapar a maridos desprevenidos:

“Resuelva que todas las mujeres de cualquier edad, rango, profesión o grado, ya sean vírgenes o viudas, que después de la promulgación de esta Ley impongan y traicionen en matrimonio a cualquiera de los súbditos varones de Su Majestad, mediante aromas, pinturas, cosméticos, lavados, dentadura postiza, pelo postizo, lana española, tirantes de hierro, aros, zapatos de tacón o caderas reforzadas, incurrirá en la pena de las leyes ahora vigentes contra la brujería, hechicería y faltas similares ... y que el matrimonio, por convicción , quedará nula y sin efecto ”.

Un gran número de textos históricos afirman que este proyecto de ley fue presentado en el Parlamento y rechazado o aprobado como ley. La realidad es que no se puede encontrar evidencia de ello en Hansard ni en otros registros de debates y votaciones parlamentarias.

Fuente: El Espectador, 17 de abril de 1711. El contenido de esta página es © Alpha History 2019-23. El contenido no puede volver a publicarse sin nuestro permiso expreso. Para obtener más información, consulte nuestra Condiciones de uso or contactar a Alpha History.